La
familia Antoñana eligió en los 90 los campos de Falces a orillas
del Arga y a 17 km de Tafalla para instalar su bodega. Una elección
marcada por un clima a caballo entre atlántico y mediterráneo, y un
cierzo con el que Luis Beruete (responsable de viñedo) no tiene nada
que temer respecto a enfermedades criptogámicas. Cuatrocientos son
en este caso los metros de altitud sobre los que se ha recolectado
este crianza a base Cabernet Sauvignon - Merlot - Graciano.
Nota de Cata: En vista denso, con tonalidades entre juventud y
envejecimiento (14 meses de estancia en barrica de roble francés
y americano). Nariz para la familia aromática de la fruta de
baya salvaje, cassis, mora...concentradamente. Entrada en boca muy
intensa, llena de fruta madura que pone volumen y carnosidad. Kepa
Sagastizabal ha querido que el protagonismo sea para la fruta
exhuberante por encima de grado alcohólico y acidez. Retro-gusto
donde vuelve una fruta silvestre omnipotente.
Un
vino de tanta altura como expresión, todo un derroche de fruta y con
los suficientes atributos y mimbres para etiquetarlo como complejo y
completo. Se mueve correctamente entre los 8 y 9 euros estando
presente en locales céntricos de Pamplona donde se puede degustar
con los típicos pintxos. Y no sólo con pinchos sino con
todas las grandes piezas de carne tanto asada, como estofada como
emparrillada hará un buen papel esta referencia de la Ribera Alta
navarra.
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